Fue en los años 50 cuando Don Miguel Pedraza Casado se trasladó a Alemania (como tantísimos otros españoles) en busca de un mejor porvenir para su familia que, además de Doña Dolores Carmona Márquez, dejaba atrás a 6 hijos. Tras varios años de durísimo trabajo y sacrificio pudo volver junto a su familia para hacer realidad su sueño: disponer de tierras de cultivo suficientes para mantener a su familia.
Lo que Don Miguel no sabía, es que tanto esfuerzo tuvo sus frutos en todas y cada una de las tierras que trabajó junto a los suyos, sin embargo aún hubo una que le proporcionó los mejores y mayores manjares que jamás hubieron de probar: «La Navilla». De ahí que cuando Manuel y Miguel decidieron montar este restaurante, qué mejor nombre que aquel que les trae los mejores recuerdos de la frescura de la huerta y el trabajo bien hecho.
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